Durante el verano encontré en el contenedor de mi pueblo un marco desechado. Lo cogí – siempre puede ser útil para cualquier cosa. No antes que más tarde en casa me fijé en el cuadro enmarcado: una reproducción de una pintura de dos galeones grandes en el mar cerca de un puerto. ¿Mar y barcos?
El pueblo está situado en Guadalajara, en mitad de la península, en un paisaje árido. Solamente un pequeño arroyo atraviesa el pueblo. Entonces el mar, el agua, los barcos no podrían ser más alejados de este entorno. Pero alguien tenía que anhelar el mar, la brisa del mar, el olor salado...alguien tuvo este cuadro colgado en su casa durante mucho tiempo. ¿Se lo compró? ¿Fue un regalo? Alguien tuvo que tener añoranza de zarpar en barco a una orilla desconocida, anhelo de dejar todo atrás, perder el suelo bajo los pies, dejarse llevar por el mar.
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Mientras duraba la primera cuarentena estricta por la pandemia hablé con mis amigas que viven en el campo. La soledad y el silencio se les hizo por momentos insoportable, día tras día sin ver ningún alma. Anhelaron el bullicio de la ciudad, las aglomeraciones de la gente, el ruido, ver a pasar algún coche...
Pregunté entonces a mis amigas en Madrid y ellas al contrario añoraron el campo – para no encontrarse con gente en la calle que pudiera contagiar el virus, y poderse quitar la mascarilla aunque fuera solamente por un instante como en los paseos por el campo.
No hallé a nadie que no estuviese anhelando otro lugar diferente al suyo.
El tema de anhelo, de añoranza me persiguió desde entonces. Cogí el marco/cuadro y lo grabé en diferentes lugares alrededor del pueblo: en la hierba amarilla secado por un sol abrasante; entre las rocas de granito; apoyado en un tronco de una encina. Cogí el marco bajo el brazo y me grabé caminando por el monte, por senderos que nunca llegarían al mar.
Ins Ungebundene gehet eine Sehnsucht (trad.: Hay un anhelo al desapego) - por mucho tiempo tenía escrito esta frase sobre la pared en mi cuarto. Quería conquistar mundo, cambiar todo, romper ataduras. Ahora que experimentamos tiempos tan inciertos que nos golpean con perplejidad siento de repente un anhelo a raigambre, a solidez – algo que me ampare...
El vídeo versa sobre este tema del anhelo – de ayer y de hoy – tan cambiante según la persona, según las circunstancias, según el momento histórico.
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